Al comenzar el siglo nace una fiesta vinculada a nuestras tierras de valencia, la fiesta de los moros y cristianos, recogiendo la herencia del pasado y mirando al futuro.
La fiesta bien sabemos todos que surgió durante el año 2000, gracias al espacio de convivencia y armonía que lograron crear los clavarios mayores de Cristo 2000 y quienes encontraron en la Plaza de la Torre un lugar donde eran acogidos y un ambiente de amistad. Y así fue gestándose la Asociación de Moros y Cristianos de Riba-roja del Turia para ya en este año ofrecernos una fiestas entorno a la patrona de nuestro pueblo, la “Mare de Deu d’Agost”.
Pero detrás de los moros y cristianos hay un tema que propongo a la reflexión de todos: el valor la sabiduría del pasado.
En un mundo de internet y constantes cambios, donde lo nuevo prevalece sobre lo viejo y donde las generaciones han experimentado grandes avances. En la escuela de la LOGSE y la tecnología tiene que haber un espacio para la sabiduría de los mayores, para la cultura que no está en los libros y que forma parte de nosotros, esa cultura que como el río recoge las aguas profundas de las tribus que habitaron nuestras tierras, en la época prehistórica, se romaniza durante los años del Imperio Romano, es evangelizada por los misioneros cristianos, absorbe la cultura de los visigodos, se enriquece con los árabes y se gesta durante años de convivencia entre moros y cristianos y durante los últimos siglos de nuestra historia hasta llegarnos a nosotros.
Es una cultura que no se lee sino que se vive en el día a día, que se conoce no sólo pasando largas horas en las bibliotecas y archivos sino escuchando a la gente, observando como actúan y analizando los propios comportamientos, valores y vivencias, en cuanto ésta la llevamos dentro, en nuestro interior y la hemos asimilado gracias a las horas vividas en el hogar y en las calles.
Y esta la que se ha de promover en las escuelas. Nuestros niños conocer muy bien las matemánticas y la lengua, los grandes momentos de la historia y los hitos de nuestra cultura, pero estoy convencido que desconocen lo próximo, lo más propio a ellos, aquello que les hace ser.
¿Conocemos como trabajaban nuestros antepasados la tierra?, ¿sabríamos describir una casa valenciana de principios del siglo XX?, ¿qué hacían nuestros abuelos de niños?, ¿cómo jugaban?, ¿qué rincones frecuentaban?, ¿cómo eran las fiestas? Es verdad que los mayores apenas pudieron ir a la escuela, no tenían ni tiempo ni posibilidades económicas y sin embargo baste hablar con uno de ellos para descubrir un gran bagaje de sabiduría, curiosamente la misma que propone la LOGSE, sabiduría nacida de la experiencia, de esa experiencia de saber que las cosas se ganan día a día y que nada se da, que solamente mediante el sacrificio se consigue algo en la vida y que los padres y abuelos son personas que han de respetarse y cuya palabra no ha despreciarse porque “no se entera”, como dicen ahora. Esa sabiduría de comprender que primero es cuidar al mayor que irse de vacaciones o que la educación de los hijos exige muchas veces decirles que no frente a un sobreproteccionismo y un consentirles todo para que no se enfaden. Es la sabiduría de quienes tuvieron unos pocos libros y los releyeron muchas veces o eran músicos y después de una penosa jornada en la fábrica de cerámica o en el campo tomaban el instrumento y se iban a ensayar, disfrutando de la música y viviéndola. La sabidúria de nuestras abuelas que cogían unos bolillos y hacían verdaderas obras de arte o preparaban un guiso exquisito o sabían sacarle todo el provecho a un jornal de miseria y así la casa iba adelante.Queridos amigos, escuchemos a los mayores. Hace un par de años el Centro Asunción tuvo la genial idea de llevar a los mayores a la escuela para que un día fuesen ellos los maestros, los niños disfrutaron y lo pasaron bien. De eso se trata.
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