Amigo oyente:
Seguimos respondiendo a la pregunta que día y noche Gema y Alex nos planteaban en el largo desierto del verano. ¿Qué hemos hecho este estío?
Leer las Provincias. Tranquilos, amigos oyentes lectores de Levante u otros periódicos. El motivo no es que uno sea fan de este periódico. Es otro. Leer las Provincias porque ha tenido el detalle de homenajear a personas de nuestro pueblo, en su mayoría gente de a pie, sin títulos ni altos cargos. Y eso está muy bien, poder mostrar a toda Valencia que en Riba-roja tenemos gente buena, trabajadora incansable que ha luchado por su pueblo es digno de elogio.
Son ellos los que en el silencio trabajan, esa buena gente que nos encontramos en las calles y en las plazas, en los mercados y en los bares, junto al margen del campo y bajo los olivos. Son los que están siempre ahí, dispuestos a ofrecer ayuda a quien lo necesite, incapaces de negar un favor, sin mirar ni quien es ni nada. Es la buena gente que nos ha presentado Las Provincias. Son los abuelos que pasean con sus nietos o van a recogerlos a la escuela, a fin de que los hijos puedan trabajar y ganarse un dinerito que siempre viene bien, es el horchatero que fabrica la mejor horchata de Valencia y que no ha perdido la ilusión por seguir aprendiendo cosas. Y lo es el trabajador de Aguas de Valencia que ha encontrado en la investigación, favorecida por la jubilación, un hobbye que ha llevado a ser el mejor conocedor del pueblo y a recopilar un fondo documental, tanto en texto como en fotografía, que constituye hoy el patrimonio municipal, la mejor herencia que puede dejarnos al pueblo, además de sus escritos. Y lo es el hombre de campo, trabajador incansable e infatigable, bueno como ninguno de este pueblo, el abuelo bondadoso que se ha desvivido por todos. Y el maestro, ese maestro vocacionado que lleva en las venas la docencia y que ama nuestra tierra y sus costumbres, entusiasmado con las Bodas de Oro de las Escuelas Parroquiales.Y más gente, por supuesto que Las Provincias no ha agotado la buena gente de Riba-roja, la hay, un par de ellos, como mínimo en cada calle.
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