Tengo en mis manos un artículo de un obispo realmente majo y ejemplar, Monseñor Nicolás Castellanos que abandonó la ciudad de Palencia para servir en el Tercer Mundo. Y Nicolás, el obispo sencillo y humilde, ha sido fichado por la revista misionera africana Mundo Negro escribiendo la última página de esta interesante publicación.
Su primer artículo lo titula de una forma que constituye el reto para este siglo: “ningún niño sin escuela”, ojalá se haga realidad lo que fue un sueño en la España de finales del XIX y una realidad en la España del XXI, si lo hemos conseguido aquí, ¿por qué no en América Latina, África y Asia?
Afirma D. Nicolás que la escuela es insustituible y así un país en vías de desarrollo no lo conseguirá nunca sin carreteras y escuelas. a. En la educación estála clave para conseguir el cambio en una sociedad. El mundo no cambia, si no cambia de valores. Hay que quitarle el valor al dinero, el ídolo que mueve y adora nuestra sociedad.
Después analiza la realidad: en el continente americano todos los paises tienen escolarizados al 100% los niños de seis a doce años, excepto en Bolivia, el Salvador y Guatemala. Con todo falla la calidad y la deserción es preocupante.
Por ello este obispo intrépido ha creado un movimiento con un nombre bonito: “ningún niño sin escuela” y con una finalidad muy concreta, el pobre tiene derecho a una escuela tan digna como los ricos, que pueda elevar su calidad de vida. Una escuela que asume la realidad pluricultural, bilingüe, que sirve al pueblo desde sus culturas, en el proceso comunitario de conocer la realidad y transformarla, y de contribuir a la construcción de una nueva sociedad a partir de la práctica de la justicia.
Bonitas palabras, pero lo más bonito es la persona que hay detrás de ello, no son palabras de un teórico o un señor que se encuentra sentado en un despacho sino de quien abandonó el despacho para sumergirse de lleno en el mundo de la pobreza, de quien con sus dotes organizativas y su clarividencia esta promoviendo un movimiento que lleva al progreso y la dignificación del pueblo boliviano.
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