Amigo oyente:
Ayer las cadenas de televisión mostraron unas imágenes que pasarán a la historia. El pueblo tomaba las calles del Belgrado para expulsar de ellas al dictador. Fue un acto de valentía por parte de quienes reivindicaban su voz y la legitimidad democrática.
Porque la calle es del pueblo. Y así durante este verano inconscientemente lo hemos demostrado, eso sí, dentro del marco de convivencia en que vive nuestra tierra valenciana.
La calle lo fue de las mujeres en el mes de junio, cuando llevaron en procesión a Santa Rita y lo fue de los músicos que amenizaron con los pasacalles las mañanas y las tardes del verano, lo fue de quienes también celebraron a su patrona, santa Cecilia. Y lo fue de los animales y ese grupo de amigos de la fiesta de san Antonio que año tras año, por unos días, las recupera para quienes paseaban con el hombre en otro tiempo, los caballos y los burros. Y por su puesto lo fue de las gentes que nos visitaron con motivo de la Ofrenda al río Turia, las autoridades y vecinos de los pueblos hermanos de Teruel, Cuenca y Valencia, a quienes abríamos nuestras calles para que las tomasen, porque ellas no están cerradas sino abiertas a toda gente de buena voluntad. Y a mediados de agosto la calle perteneció a los buenos grupos musicales que el Ayuntamiento contrató, como no recordar a los Panchos, ese grupo mítico que tomó nuestra plaza. Y no podemos olvidar a los jóvenes, no los de litrona y raya, sino a los que tranquilamente estaban en la plaza, charlando con sus amigos y pasando un rato entretenido, los que posibilitaron laconvivencia, que eran los más pero como siempre los que menos ruído hacían. Y lo fue de los festeros del Crist 2000, que redescubrieron un lugar pintoresco y bonito, la Plaza de la Torre. Y ahora lo es de la Fiesta de la Virgen del Pilar y seguirá siendo de quienes desean convivir pacíficamente en ella.
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