He aquí una reflexión que leí en Radio Riba-roja, allá por el año 2002. Valga por vosotros, por mis monitoras de Riba-roja y por mis monitoras de Montaverner y Alfarrasí, de los juniors y por tantas mujeres que servís a la Iglesia desinteresadamente.
Amigo oyente:
Cuando escribo este minuto acaban de abandonar mi hogar tres estupendas monitoras: Dolo, Raquel y Susana. Ellas son las responsables de nivel que cada quince días se reúnen con los sacerdotes. Y ellas representan a tantas mujeres que en la Iglesia están trabajando por los demás y al servicio de la comunidad parroquial.
Y cuando escribo esto han pasado unas horas desde que daba cristiana sepultura a una mujer sencilla y buena, Dolores la mujer de teléfonos, la mujer callada que repartía la lotería de las misiones, limpiaba la Iglesia y lo más importante amaba profundamente a Dios y vivía su fe como bien saben hacerlo tantas chicas, mujeres y ancianas de Ribarroja.
Como sacerdote reconozco que el papel de la mujer en la Iglesia es fundamental. La Iglesia no sería la misma sin tantas mujeres que dedican su tiempo al servicio de las tareas parroquiales, mujeres anónimas que están ahí, al lado de los sacerdotes. Porque la mujer es parte integrante de la Iglesia, es el alma de ella.
Si entramos en un templo vemos como en su mayoría son mujeres, si vamos a una reunión allí están, siempre disponibles, sin miedo al que dirán y transmitiendo ilusión y constancia.
Sois tantas las que he encontrado en estos años: las madres que educáis a vuestros hijos, las abuelas que enseñáis las oraciones a vuestros nietos y no os cansáis en invitarles a ir a misa. Sois servicio en las cosas humildes, encarnadas en la limpieza del templo parroquial y la Colonia. Sois disponibilidad, ánimo alegre y maravillosas cocineras en el campamento, donde vuestra única preocupación es que los niños coman bien y donde nunca decís no ni a los monitores ni a los acampados. Sois paciencia y maestras en la catequesis, allí pasáis los años, enseñando y compartiendo la ilusión de unos niños que pronto vivirán el día mas feliz de su vida. Sois juego y diversión en los niños de juniors, siempre corriendo por las calles y jugando con ellos y cuando crecen, en medios, mayores y jóvenes os convertís en compañeras y amigas que os preocupáis por ayudarles en la adolescencia, escucháis sus problemas y valoráis sus sueños. Sois la jefa de campamento incansable que con seriedad dirige el campamento y la monitora que duerme poco y se pasa las horas entregada a los niños en Siete Aguas. Sois caridad que acoge a los necesitados, mientras se escucha que mi hijo está en la cárcel o mi hermano enganchado o necesito trabajo y no tengo papeles.
Sois las mujeres el alma de la Iglesia, una alma que ha de ser cada día más valorada, sois realmente esas compañeras del sacerdote que alientan en los momentos de desánimo, cuando ve que al menos no está solo.Y que más, sencillamente deciros, sencillamente gracias por vuestra música, la música de la joven que canta en misa de una y de la un poquito menos joven que canta en la misa de seis y siete de la tarde. Gracias, sencillamente gracias a todas las mujeres que estáis ahí, a tantas que he encontrado en mis seis años en Ribarroja y que han sido verdaderos ejemplos de fe y aliento en las dificultades.
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