lunes, 25 de febrero de 2008

Radio Ribarroja 3-Oct-2000. Martín de Porres

No se si Mario Moreno “Cantinflas” admiraba a este santo, pero el hecho es que entre sus personajes y el bueno de Martín hay un gran parecido, son gente buena de andar por casa, gente de la calle que vive para los demás, son esas personas que no hicieron grandes cosas en su vida y sencillamente se dedicaron a amar y transmitir amor, un amor que irradiaba luz y que se mostraba en el servicio. Porque Martín de Porres parece un personaje de sus películas. Un negrito hijo del caballero español Juan de Porres y la negra libre panameña Ana Velázquez, un muchacho espabilado, él es el peluquero y enfermero, el dentista que anda por las calles de la Lima colonial, el frailecillo al que se le encomienda, por ser negrito, la tarea de limpiar el convento, el hermanito lego que toma la escoba y barre. Es el hermano peluquero que ofrece una generosa sonrisa a un joven que le insulta llamándole “perro multato”. Es Martín, el santo del habito blanco y negro y su escoba, el santo rodeado de enfermos a los que cura, de españoles, negros e indios a los que ofrece limosna, el buen fraile de un gran corazón que acoge en su patio a los perros, gatos y ratones.Con razón las buenas gentes lo llevan en su cartera, con razón todos le quieren y admiran, porque irradia bondad y ternura. Es el Martín de Cantinflas que anda haciendo el bien por las calles y contagia amor a los demás, el Martín que podemos ser nosotros si nos empeñamos, en nuestro hogar, lugar de trabajo. ¿Cómo? sonriendo a la vida y amando a los demás más que a nosotros mismos.

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