lunes, 1 de diciembre de 2008

Radio Ribarroja. 28-IX-1999. Monseñor Velo

Cuando le otorgaron el Premio Nobel de la Paz todos nos sorprendimos, la mayoría desconociamos su labor y aún más el lugar de procedencia. Estoy seguro que más de uno fue a consultar un atlas o una enciclopedia para localizar su país: Timor Oriental.
Fue en 1996, desde entonces, gracias a su labor y el esfuerzo llevado a cabo por Naciones Unidas, este país ha comenzado a aparecer en los periódicos, radios y cadenas de televisón. Y desgraciadamente en los últimos meses está ocupando las portadas de todos los medios de comunicación. Timor no es un desconocido lugar del Pacífico, sino un país muy conocido por todos, su historia ya nos es sabida, colonia portuguesa, independencia, ocupación por parte de Indonesia, referendum, genocidio del pueblo a manos de los militares y paramilitares y restablecimiento de la paz gracias a los cascos azules.
Y es allí donde encontramos a Monseñor Carlos Felipe Ximenes Belo, este salesiano obispo de Dili, quien desde hace años ha trabajado por la libertad de su pueblo. Así lo expresaba el 10 de diciembre de 1996, en su discurso dirigido al recibir el Premio Nobel de la Paz: estoy muy agradecido al Comité del P N de la Paz. Lo veo como un regalo precioso para todo el pueblo de Timor Oriental, que añora y trabaja por la justicia y la paz en sus corazones, en sus familias. El Premio también es para todos los indonesios que se esfuerzan por alcanzar y desarrollar la paz y la justicia. Como padre espiritual de los timorenses me siento particulmente herido cada vez que algunode mis compatriotas es tratado sin respeto en su dignidad humana. Como obispo, tengo el deber moral de ser la voz de los pueblos pobres y sencillos que, cuando se encuentran atemorizados no pueden defenderse o expresar su sufrimiento.
El mensaje que he querido transmitir es que debemos trabajar siempre por la paz, que nuestras acciones debe ser de una persona que vive verdaderamente comprometida a favor de la paz.
Aquí dicen que soy demasiado crítico y que quieren expulsarme del país.
Monseñor Velo constituye un hombre de paz, un profeta que siempre surge en medio de las atrocidades humanas. El c

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